En el ámbito de los servicios de cómputo en la nube  existen diferentes ofertas de servicios que podemos adoptar según nuestras necesidades o nuestro presupuesto.

La opción de más baja escala de integración, mayor complejidad técnica y menor costo resulta ser el modelo de Infraestructura como servicio (IaaS: Infrastructure as a Service).

En este el proveedor de servicios reserva, por ejemplo, un espacio en RAM, CPU y Disco duro para que el usuario ejecute una instancia virtual de un sistema operativo de su elección. El usuario deberá instalar el sistema operativo desde cero, configurar el particionado de su disco virtual, instalar todos los servicios en el sistema, configurarlos y mantenerlos. También deberá monitorear continuamente sus servicios para asegurar que sigan operativos.

Debido a que este modelo sólo considera el aprovisionamiento de infraestructura,  el usuario carga con toda la responsabilidad, operativa y técnica de configurar correctamente los servicios proveídos. El proveedor de servicios no garantiza el funcionamiento de los sistemas más allá de la capa de infraestructura. Por ejemplo si ocurriera un fallo en la capa de software alojada en la infraestructura alquilada, el contratante del servicio deberá resolverlo por completo, aunque si el fallo se diera en la capa de hardware o conectividad entonces el proveedor deberá resolverlo.

Si lo que se desea es integrar un servicio confiable, integral y siempre activo, quizá esta opción de servicios no sea la más adecuada para el emprendedor primerizo, pues supone que se cuenta con un equipo de soporte y mantenimiento debidamente capacitado, así como un grupo de desarrolladores listos para innovar en una plataforma rígida y estática. El soporte ante un desastre es nulo por parte del proveedor de servicios y toda acción de respaldo o de recuperación de desastres será responsabilidad el usuario.

Aún así, utilizar un servicio de infraestructura en la nube facilita y abarata el uso de servidores pequeños para propósito específico. Por ejemplo, montar una plataforma sencilla para uso limitado y responsabilidad limitada, esto es muy barato y fácil de realizar. Servicios web de bajo nivel de complejidad como servidores de almacenamiento por FTP o HTTP, páginas web de tamaño considerable, servicios REST bajo demanda, casi cualquier servicio de baja complejidad puede caber en este modelo de negocio a una fracción del costo.

Lo mejor de todo es que cuando el servidor ya no es necesario o se requiere pausar su uso, el usuario puede detener los costos que genera con el click de un botón, esto es maravilloso comparado con el esfuerzo y compromiso monetario que supondría generar la infraestructura necesaria en hardware, software y conectividad para colocar un servidor en la red. Aún más, el costo de actualización del hardware corre a cargo del proveedor, por lo que siempre se cuenta con la tecnología más actualizada sin absorber los costos.

Así cumpliendo su cometido como infraestructura como servicio, tan pronto se finalice el servicio el cliente puede olvidarse de la responsabilidad de la infraestructura, su devaluación y su costo.

Y tú ¿Para qué usarías un servidor en la nube?