Ciertamente todos nosotros hemos escuchado el término “computación en la nube” de manera creciente en los últimos años. Aún así, pocos hemos comprendido los alcances de este paradigma y su impacto en nuestras labores cotidianas como profesionales de la información.

De la misma manera que el suministro eléctrico, el cual pasó de generadores privados a redes públicas de suministro, los centros de datos han pasado de ser poseídos y mantenidos por el usuario final, a ser arrendados en una red global de suministro de poder de cómputo.

Hoy en día es posible adquirir una porción de espacio en la nube, como si se tratara de un centro de datos abierto para el mundo. Este hecho ha permitido que sea posible desarrollar soluciones con gran poder de cómputo y capacidad de almacenamiento a una pequeña fracción del costo.

En el mercado en línea encontramos los siguientes proveedores de servicios en la nube: Azure de Microsoft, Digital Ocean, Rackspace, Amazon Web Services. En general se rigen bajo los siguientes esquemas:

  1. Infraestructura como servicio (IaaS)
  2. Plataforma como servicio (PaaS)
  3. Software como servicio (SaaS)

Dependiendo de la capacidad técnica y económica del usuario final, uno puede optar por rentar: Infraestructura, servidores virtuales dedicados sin ninguna configuración previa, mantenimiento o soporte. Plataformas, servicios completos, mantenidos y actualizados, normalmente a prueba de fallos con capacidad para cargas variables y soporte en línea especializado. Software, soluciones completas en front-end sin ninguna o poca complejidad.

Por ejemplo: Uno puede arrendar un servicio (SaaS) completo para el procesamiento de pagos en línea, no necesita proveer más que el número de tarjeta de crédito y el costo del artículo, aunque por un costo más elevado, esta opción es muy sencilla de implementar. Así mismo pudiera arrendar una plataforma (PaaS) de procesamiento de pagos en línea, donde pudiera manejar diversos sitios web, analizar las ventas de cada uno en el tiempo y por producto, aún así debería configurar uno a uno las configuraciones de cada sitio programáticamente, por ejemplo, usando APIs. O bien podría rentar un grupo de servidores (IaaS) y los servicios de conectividad (DNS, SSL) necesarios para desarrollar y operar una plataforma de pagos en línea. Como puede verse, la complejidad crece a medida que se desciende sobre las diferentes capas de abstracción de los servicios en la nube, así también el costo se reduce.

Mucha de la popularidad y viabilidad económica de los servicios en la nube se debe a la virtualización de entornos. De esta manera un elevado número de instancias pueden coexistir en el mismo hardware. Desarrollando herramientas automatizadas de monitoreo y predicción de cargas, el proveedor puede reducir sus costos aumentando el número de instancias por servidor sin afectar el performance de estos.

Aún así existen opiniones mezcladas en este nuevo paradigma. Reconocidos personajes como Richard Stallman opinan que el cómputo en la nube recorta las libertades del usuario, reduce la gobernancia de datos y facilita el espionaje y robo de información. Algunos académicos de las ciencias de la computación opinan que es un paradigma retrógrado pues nos hace regresar a la época de los mainframes.

A pesar de lo anterior, el cómputo en la nube es hoy una realidad, y muchas grandes empresas como Netflix, Fox, The New York Times, Adobe, etc. han optado por emplear una solución informática escalable, elástica, siempre actualizada a una fracción del costo. Aún más, uno puede renunciar a toda su infraestructura en la nube con el click de un botón, no así con los costosos centros de datos, que suponen inversiones multimillonarias, requieren equipos completos de mantenimientos, soporte y actualización.

¿Y tú estás listo para comenzar a desarrollar en la nube? O mejor aún, ¿estás listo para crear tu propia nube?